Las cagadas de perro y otras

En el felpudo de la entrada de mi comunidad de vecinos ha florecido una hermosa cagada de perro en forma de montaña con picachos irregulares. Me la miro, la vuelvo a mirar y me pregunto: ¿Sería un perro vagabundo o es que su dueño se hizo el distraído mientras pensaba, para sus adentros, que su perro es especial y se merece que le pongan una alfombra hasta para cagar? Pero eso no es todo; resulta que los fines de semana de las inmediaciones del Mercado Torre Blanca son muy divertidos y con mucha marcha; tanta marcha que, en agradecimiento, de vez en cuando, nos dejan unos hermosos regalos —ahora si voy a ser fino— que resultan ser deposiciones de algún congénere de nuestra misma raza humana. Como podéis ver, estimados santcugatencs, en nuestra prestigiosa ciudad también hay cosas que huelen mal.

Será cuestión de que nuestros futuros ediles se den una vuelta, afinen el olfato y perciban que la realidad de nuestra ciudad necesita —sobretodo— educación, además colaboración de todos y alguna sanción que otra hasta que aprendamos.
Mientras tanto no nos queda más remedio que limpiarlo. ¿Quién se apunta?

 

 
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