Al padre que se fue (mossèn Pere Grau i Andreu)

El cielo retumbó en llanto, a tu partida inesperada de aquel momento nublado. Lágrimas que, desde el corazón, estiraron sus manos para decirte hasta luego. ¡La familia sucumbió! En la impotencia de no poder tenerte más a su lado, tristeza del alma, que vistió de luto a toda la gente que te quiere y admira.


Con la compañía del trinar de las avecillas, regresamos cual ave a su nido, sin aliento, tristes y sin entender el disgusto de no tenerte más entre nosotros, todo era silencio y vacío en la casa de mil recuerdos, y de tantas alegrías ávidas, compartiendo la dádiva y lo mejor de nuestros sentimientos en tertulias infinitas.


Tu enseñanza y comprensión quedarán por siempre por doquier en mi alma. Tú que por ser, como has sido, hombre sencillo, bondadoso y carácter firme, bálsamo de humildad, que te ganaste el aprecio y cariño de todo el mundo, tu carisma, te hizo único, brillando como un lucero del firmamento infinito.


Los aplausos y aprecio de las multitudes, siempre fueron tu premio bendecido. Que con fe, coraje y paciencia, la esperanza estimada, siempre estuvo en tus manos, encauzando a este pueblo de montaña, a los rayos del sol y a la mano de Dios.

Por todo eso, y por tu fe cristiana, agradecen tu labor social en las Planas y otros lares.


Así, de triste se fue, porque nos dejaba, y nosotros afligidos porque él se nos iba. El padre abuelo, que tanto llegamos a quererlo, ya no está con nosotros.

Quedan pues sólo las alegrías del recuerdo, y a pesar de su lento respirar, él nos dijo, que lo ‘importante' era que hemos sido felices en familia, y que luchemos en la vida...


Olmedo Dionisio Sandoval
Ca L’Avi – Les Planes 2016

 
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