¿Para qué sirven las aceras?

Esta pregunta tan simple no tendría sentido si se hiciera un uso correcto de las aceras, pues todos sabemos que estas sirven para facilitar el desplazamiento seguro de las personas; pero no siempre es así.


La ocupación indebida de las aceras para instalar terrazas, de forma casi permanente, por parte de cafeterías, restaurantes… plantea un problema, hasta ahora irresoluble.


Para que el lector se haga una idea, le invito a fijarse en las aceras que están frente a los cines: acera de seis metros queda reducida a sesenta centímetros en un punto concreto y acera de tres metros queda reducida a sesenta centímetros en un trayecto de diez-quince metros.

Si un buen día me cruzo con otra persona y al cederle el paso derramo el plato de sopa, que está sobre la mesa, en la camisa y el pantalón de un comensal, ¿quién tendrá que pagar la factura de la tintorería? ¿Yo, que he derramado la sopa? ¿El comensal, que obstruye el paso? ¿El dueño del restaurante, por invadir la acera? ¿El Ayuntamiento, por hacer la vista gorda y pasar olímpicamente del asunto?  


Ironía aparte, deberíamos exigir a nuestro Ayuntamiento que sea consecuente con la responsabilidad que tiene.

No se trata de marcar ninguna línea roja; pero, tal vez, una línea blanca que delimite los espacios, podría ser la solución.


Jesús Blázquez

 
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